jueves, 4 de diciembre de 2008

Capaz que revolié el pancho


El pasado miércoles tuve el privilegio de ir con Anita y Rojo a ver a la Orquesta Típica Fernández Fierro. Ya va siendo hora de hablar con nombre propio. Y pasamos una de esas noches en las que parece que todos nos conocemos desde hace unos años.

Me senté entre los dos, y comenzó el espectáculo. Tremendo. Tango a rabiar de bandoneón y violines, formación clásica, según me iban explicando. "Música para ahorcar", comentó el Rojo mientras hacía ademán de estrujar un cuello. Pensadlo bien y veréis que es totalmente cierto. Al estar sentada entre los dos, como buenos anfitriones de la city, me van poniendo al día de pequeñas anécdotas, costumbres, leyendas urbanas.


Gracias a la generosidad de estos dos seres que me han acogido en su seno durante la ausencia patagónica de Zappe, mi capacidad de adaptación al terreno va aumentando a un ritmo exponencial. Si bien, todos conocemos términos como "boludo", "colectivo", "remera", "me estás cargando", que serían como el nivel A, otras pueden clasificarse como A avanzado: "pollera" (falda), "chabón" (muchacho), "musculosa" (camiseta de tirantas).
Hay otras expresiones, que entrarían ya en la categoría B y C a las que os reto, queridos amigos que no seais argentinos, a que me digais qué carax quieren decir: "bajarse de línea", "tirar onda"....., y ahora no se me ocurren más, pero las voy a empezar a apuntar como materia de post.


Entre el buen rollo del concierto, que te pone la piel de gallina y eufórica, las cervecitas que empezaban a caer, a los dos se les ocurría, al mismo tiempo, las mismas cosas para contarme, y los dos lo hacían a la vez y los dos en idioma argy, que acabais de leer como es. Así que atendía en stereo a una clase acelerada de porteñismo: "Esta es la formación clásica, cuatro bandoneones y cuatro violines, y piano. Estos pibes están recopaaados" captaba por los dos oídos de forma simultánea.


De repente, sale el cantante de la orquesta, "El Chino" con un perrito caliente, que aqui se llaman "pancho", y se pone a hablar. Y venga a hablar, y el tipo con el perrito en la mano derecha. Empieza a interactuar con el público, a armar follón. Redoble de tambor, y oigo en stereo: "¡¡¡¡¡Capaz que revolié el pancho!!!!!".

Efectivamente, el perrito caliente salió volando hacia el público formando una parábola para salvar la alambrada que separaba el escenario del público.

1 comentario:

Daniel dijo...

Me alegro de tener ya la versión bloguera de tu viaje, siempre currada y llena de matices, a divertirse, si puede ser, jugando, besotes a las 2